Saboreamos el dulce y a la vez ácido fruto de los nísperos y masticamos las hojas de yerbabuena.
El olor de las últimas flores de azahar nos anuncian las naranjas.
Observamos las flores rojas del granado, y nos sorprendemos con almendras y ciruelas, aún verdes, que maduran en un mismo árbol injertado.
Palpamos las grandes y rugosas hojas de la higuera
Nos frotamos los dedos con las hojitas de lavanda y de romero. Luego nos olemos los dedos
Nos manchamos las manos con las hojas más brillantes de la jara pringosa, y con la pegajosa resina del pino piñonero.
Probamos las bayas del madroño y la morera.
Buscamos las blancas flores del majuelo y la retama
Nos comemos las flores de robinia, que saben a chícharos crudos.
Escudriñamos en las diminutas flores de los tarajes.
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