sábado, 14 de abril de 2012

Huerta de Rosario
















Con las lluvias de abril, han florecido muchas plantas del jardín del colegio, como la jara pringosa,  la ardivieja,  el majuelo, el taraje o el naranjo.






No muy lejos del colegio está la Huerta de Rosario. Su noria, la alberca y el pozo dan señal del manantial subterráneo que corre bajo su fértil tierra. Hasta hace unos quince años esta gran huerta familiar dedicaba una parte a los liños de verdura, otra para frutales como granados y naranjos, y otra parte a un jardín privado, con especies traídas de medio mundo, como la palmera canaria, el papiro, el bambú, el ombú o bella sombra, la casuarina o la jacaranda. Los dueños de la finca señalaban con azulejos las tumbas de sus perros.









Al comprarla el ayuntamiento, la Huerta de Rosario se convirtió en un parque urbano, que da nombre a un barrio y a un instituto. En la antigua casa de la huerta ahora hay una guardería y un centro de día.






La zona alta de la Huerta de Rosario está dedicada a huertos sociales, parcelas cedidas a personas jubiladas para que las cultiven. Allí distinguimos el perejil, la cebolla, la acelga, la lechuga, la patata y las primeras matas de tomate









Hablamos con los hortelanos, observamos sus técnicas modernas y tradicionales de riego y de cultivo, nos comimos unas habas crudas, tiernas y dulces recién recogidas


Vimos cómo estos huertos sociales ayudan a las mujeres y a los hombres mayores a seguir su actividad física y mental, y a mantener relaciones sociales.










De vuelta al colegio, también nosotros cuidamos de nuestro huerto. Es tiempo de labrar la tierra para empezar a plantar las verduras en los huecos que dejan las higueras, los almendros, los perales, las viñas y el granado,

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